Es posible que se oiga mucha literatura acerca de su figura, pero que a nadie se le olvide que fue, es y será, un gran hombre, un hombre luchador, la figura del sindicalismo y, ante todo, un comunista.
Marcelino nos enseñó a luchar, a pesar de todo y pese a todos, y hoy nos ha dejado, pero no nos deja huérfanos, porque su ejemplo está presente en cada uno de nosotros, en cada trabajador que no se deja doblegar por los patronos ni por los políticos de pacotilla que gobiernan y dominan el mundo. Pero él nos enseñó que no nos domaron en el pasado, no nos doblegaron en el pasado y nos van a dominar en el futuro. Por eso salimos a la calle el 29 de septiembre, y por eso volveremos a salir cada vez que sea necesario. No acallaran nuestras voces. Y aunque hoy tu voz, Marcelino, se ha apagado, ten en cuenta que cada vez que alguien grita por los derechos de los trabajadores y por la libertad, tú estás presente.
Marcelino, siempre en nuestros corazones.
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